sábado, 29 de marzo de 2008

Intermezzo I

El asuntillo con Belén me abocó, para variar, a un nuevo retiro espiritual. Podría haber elegido la casa que mis padres tienen en la costa, pero me instalé en la de Marta y Pelayo, dos de mis amigos de la infancia, segura de que la oreja de Marta y los sarcasmos de Pelayo, me ayudarían a pasar página definitivamente.
Tranquilidad, sosiego, orden, disciplina, largas caminatas con Marta a la orilla del mar, veladas eternas frente a la chimenea, varios cartones de tabaco, alguna que otra botella de güisqui y muchas horas de sueño, sosegaron mi ánimo y permitieron llegar a las siguientes conclusiones:
a) Se imponía un periodo de descanso, lejos del bullicio nocturno, a fin de recuperarme mental y físicamente de los últimos excesos.
b) La proximidad de mi cuarenta cumpleaños, exigía una preparación concienzuda, a fin de afrontar el trance en las mejores condiciones posibles.
c) Si mis relaciones amorosas estaban cortadas por el mismo patrón, no podía responsabilizar a nadie, más que a mí, de tanto disparate.
d) El celibato era el mejor estado posible en mis circunstancias —siempre decido lo mismo y siempre vuelvo a caer, dado mi natural enamoradizo. Y que,
e) Iban a tardar en verme el pelo por los bares de ambiente por aquello de aleja la tentación y alejarás el peligro.
Satisfecha y convencida de haber tomado las decisiones adecuadas, me dispuse a dar un giro radical a mi vida.
Convencí a Marina, una nueva adquisición, procedente del ámbito laboral, muy apañada y graciosa que, para más señas, era hetero y no sabe nada de mi vida, ni falta que le hacía, para que hiciera conmigo a un cursillo de iniciación al golf. No me apunté al gimnasio, porque no me dio la gana. Cambié el móvil por uno con tecnología punta. Hice un par obras en casa, que llevaba postergando demasiado tiempo. Sustituí la melena cuadrada por otra más moderna y favorecedora. Contacté con una masajista alternativa. Empecé a practicar, a diario, técnicas de meditación orientales y occidentales. Me deshice del PC y me compré portátil de última generación. Renové el vestuario, con la ayuda imprescindible de Váyolet. Y, para que no me faltara de nada, me aboné a Canal Plus.
Por último, sopesé cuidadosamente la posibilidad de meter muchacha o ponerme a servir. Opté por lo primero y amplié los servicios de Loli de dos a cinco días por semana, a fin de liberarme por completo del enojoso papel de ama de casa, que siempre he detestado profundamente.
Dice Antón que él nunca le desea mal a nadie porque se vuelve contra ti como un boomerang. Loli elevó la teoría de Antón a categoría de axioma, aunque no he de quejarme por ello. Perteneciente al tipo locución continua y espoleada por la confianza que deposité en ella, irrumpió en mi vida con la fuerza de un cataclismo, haciéndome partícipe de su intensa problemática personal y sentimental. A cambio me entregó su inagotable energía en forma de solícita atención, convirtiéndose en una auténtica factótum: doncella, cocinera, secretaria, consejera sentimental y madre. ¿Lo del boomerang? Muy sencillo. Durante toda mi vida he martirizado a mis amistades, relatándoles con pelos y señales mi vía crucis sentimental. La vida me lo devolvió con varios nombre propios entre los que cabe destacar uno: Loli.
Con todo este montaje, me dispuse a hacer frente a la década que se me venía encima, en soledad, pero con la intendencia en perfecto estado de revista.
Algunas de mis amistades apoyaron y aplaudieron mi decisión. Otras me echaron en cara mi egoísmo. Entre las primeras, Sara y Raquel —a las que había tenido bastante abandonadas con tanto ajetreo— y Violeta, por las mismas razones. Entre las segundas, Carmen.
—Chica, Mari —me dijo cuando le comuniqué mis intenciones—, con el juego que me das en el bar... Además, ¿con quién voy a cenar los sábados?
—No dramatices, Carmen. Que deje de vivir en tu bar, no significa que no nos veamos en la calle. Podemos seguir cenando como siempre y, para variar, puedes venir a verme a casa, que parece que viva en Pernambuco, guapa.
—¡Joder, cómo te pones! ¿Necesitas ser tan tajante?
—Lo necesito. Ya sabes que cuando zanjo una historia, el periodo de reflexión no me lo quita ni mi madre. Y esta vez es más grave, Carmen, que voy a cumplir cuarenta y mira que panorama tengo.
—Lo de Belén, si lo dices por eso, se veía venir.
—Más a mi favor. ¿Tú crees que es plan que sigan pasándome estas cosas, a mi edad?
—No, la verdad es que...
—¡Deja, deja! No hurgues más en la herida—la corté en previsión de un previsible y cicatero ya te lo decía yo—. El tema de Belén está muerto y enterrado. Primero voy a recuperarme de batacazo, luego, ya veremos.
—Bueno, pues nada, tendré que resignarme. Por cierto, y perdona que cambie de tema, ¿a que no adivinas quién apareció ayer por el bar?
Antes de darme tiempo a contestarle anunció triunfal:
—Güendy.
—¿Nuestra Güendy?
—La misma que viste y calza.
—¿Y? —pregunté expectante.
—Nada, nada, a mí ni me miró... Venía con un grupo de gente, totalmente desconocida, se sentaron en la entrada y mandó a uno a por las copas. Por supuesto, ella, ni se acercó a la barra.
¡Santo Cristo de la Agonía!, que diría mi abuela. ¿Qué coño se le habría perdido a Güendy por el Frida?

18 comentarios:

Geminis dijo...

Un giro de timón en toda regla. Cambio mi look, reformo la casa, la tecnología punta para estar a la última y de paso me tomo un tiempo de celibato y reflexión. Que tengamos que darnos un batacazo sentimental para estas cosas. Dicen la cultura oriental que cuando nos cortamos el pelo y cambiamos nuestra imagen es un modo de ahuyentar los malos espíritus.

Besos.

Mármara dijo...

Pues sí, Géminis, sí así somos, sólo aprendemos a hostia limpia, y ni siquiera, como podrás comprobar si tienes el humor suficiente para seguir leyendo esta novelilla, autobiográfica y catártica.

Blasfuemia dijo...

uy, me da a mi que el período de reflexión duró un suspirín

errante dijo...

aggggg, ¿qué coño se le perdió? ¿qué coño se le perdió????????????

agggg, ¿¿¿por qué paras ahora???

Mármara dijo...

¿Tendré que mandarte el manuscrito para que, de paso, le hagas unas cuantas correcciones, Onhe?
Yes como un rayo de lista, Blasf.

Anónimo dijo...

Si me lo mandas, me lo leo, eso seguro. Las correcciones... ¿esa imagen tengo de ir corrigiendo a diestro y siniestro? Qué cruz, señor. :-P

Anónimo dijo...

También me quedé picada...espero la pronta publicación de otro fragmento...

:D

Marcela dijo...

marmaritaaaaaaaa, infiel, taidora...que a mí aún no me lo has pasado y estoy que vuelvo a comerme las uñas, ahora que apareció la güendy esa que huele a vuelta al ambienteeeeeeeee.

prófuga dijo...

más, más...

Anónimo dijo...

Güendiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

Anónimo dijo...

Espero que al menos le hayan traído ya algo de beber a la pobre Guendi. Y una tapita.

Morgana dijo...

jajajajajajaja si no, está desmayaíta la pobre, "botá" en el Frida jajajaja
Mármara, dale de comer a esa pobre ya!!! jajajaja y a nosotras, claro, que nos tienes "esperecías" y al tanto de como continúa la historia.

ConchaOlid dijo...

Acabo de aterrizar en tu escrito y pordios!, que me quedaré un rato.
¡Cuantas belenes hay por el mundoo!
pero bien mirado, hacen que una avance,aunque sea a base de trompicones.
Felicidades recientes.

Mármara dijo...

Puedo prometer y prometo que el miércoles, día 9, colgaré la siguiente entrega.
Esperar a conocer a "nuestra" Güendy, queridas, y luego hablamos de la cervecita y las tapas.
Gracias, Consu, por las felicitaciones, y por pasarte por mis blogs. ¡Cuánta razón tienes!, el mundo está lleno de belenes, lo peor es que, en mi caso, no puedo decir que haya aprendido mucho de las que me tocaron en suerte.

ConchaOlid dijo...

jajajaja, yo tampoco y han sido unas cuantas. Joder como me identificoooo!
Gracias de nuevo, esta vez por alegrarme el ánimo comprobando que no soy la única que tropieza con la misma pieza..(ya sé consuelo de tontos, pero hija, es lo que hay)

Anónimo dijo...

Jamia Marmara lo tuyo ye de novela y pa facer un otro Mundo???...quiero saber mas de la Guendy...suena como que siempre se topa uno/a con esi personaje...prestaria mas leer la tirada entera sentadin, libro en mano, ya sabes...algun dia...un saludo. Pichon

Mármara dijo...

¡Huy, sí! Ya sé que prestaría más leerlo del tirón, a ver si se me logra. besinos, Pichón.

Anónimo dijo...

Un Beso